Sánchez y Feijóo se reprochan la falta de nivel de sus alianzas para encarar “el futuro del mundo”
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El Congreso de los Diputados todavía no tiene claro cuándo organizar un gran debate específico sobre la guerra de Ucrania y el nuevo orden mundial redefinido unilateralmente por Donald Trump, pero los líderes de los dos grandes partidos en España amagaron este miércoles con un aperitivo. Un amago para intuir a lo que atenerse. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, preguntó al fin al presidente, Pedro Sánchez, en la semanal sesión de control, si ante la actual situación el Gobierno era el “adecuado” y le echó en cara que con los socios que tiene se permita despreciarle a él y sus votos mientras “el mundo elige su futuro”. Sánchez recurrió en su réplica a una “abstracción” al plantearle a Feijóo la hipótesis de que tras las pasadas elecciones hubiera conseguido realmente gobernar en coalición con Vox y con el líder ultra, Santiago Abascal, como vicepresidente: “No hay color entre su potencial gobierno de coalición y este”. El debate sobre el nuevo orden mundial tendrá que esperar.
Tampoco el Gobierno tiene claro cuándo procede abrir una sesión en la Cámara baja en la que se aborde la participación de España y la Unión Europea en esa crisis, cómo manejarse con el revivido Trump y qué hacer o cuándo sobre cómo aumentar la inversión en seguridad y Defensa, de acuerdo a las nuevas exigencias de Estados Unidos, la OTAN y nuestros socios. En el Ejecutivo y el grupo socialista sostienen que el propio Sánchez pedirá comparecer “cuando tenga algo concreto que contar” y en el PP, pese a lo que manifiestan en público, no han registrado una petición formal para exigir esas explicaciones. En las sesiones de control al Ejecutivo del Congreso, los diputados del PP continúan con su competición de buscarle las vueltas a los ministros que consideran más acorralados por el ruido de presuntos casos de corrupción o más citados en causas judiciales en marcha, muy particularmente los que implican al entorno familiar del presidente o a los que figuran en algún informe o procedimiento del caso Koldo, caso Ábalos o caso PSOE. Este miércoles ocurrió lo mismo y de nuevo muy focalizado en las inmediaciones de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ahora además reafirmada como secretaria general del PSOE andaluz y su próxima candidata.
Feijóo quiso así meterlo todo en su pregunta. En el reformulado enunciado ya incluyó el aviso de que con el Gobierno adecuado quería referirse a socios “nacionalistas, separatistas, comunistas y Sortu-Bildu”. Pero rápidamente pasó a concluir que con una vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, líder de Sumar, que vota en contra de iniciativas parlamentarias patrocinadas por el PSOE (este martes para rechazar una reforma de la ley del Suelo) y rompe la disciplina de voto mala imagen se ofrece dentro y fuera de España con un Gabinete que “no tiene sentido de Estado ni altura para defender nuestro país”. El presidente del PP también entiende que en este escenario internacional no procede que el Gobierno se envenene sobre si se es “más o menos amigo de Trump” ni que les destine insultos a la oposición porque lo que debería es buscar el apoyo “del partido mayoritario del Congreso y el Senado” en el presunto aumento del gasto en Defensa que se vaticina. Y para terminar, antes de reprocharle estar sometido al “capricho de sus socios independentistas” y ser “el problema para todos los españoles”, concluyó: “Mientras el mundo está definiendo su futuro, a Sánchez solo le preocupa el suyo personal: estar un tiempo más en el Palacio de la Moncloa”.
Sánchez se volvió a defender con los datos de España en el ámbito económico y con las medidas aplicadas para mejorar el Estado del bienestar, se interesó sobre si finalmente las autonomías del PP van a llevar hasta el final el rechazo que Feijóo ha impuesto a la propuesta de condonar hasta 83.000 millones de euros de las deudas adquiridas desde la crisis financiera de 2008 y sobre la coyuntura internacional recurrió a esa abstracción comparativa de posibles gobiernos de coalición. El líder del PSOE recurrió a la imaginación para plantear la tesis de que si en las elecciones de 2023 el PP y Vox sí hubieran sumado votos para poder gobernar, Feijóo estaría a estas alturas en La Moncloa y Santiago Abascal, el líder ultra, sería su vicepresidente y el responsable de “defender los aranceles de Estados Unidos contra España”; el vicesecretario de Acción Institucional del PP, Esteban González Pons, sería ministro de Exteriores tras descalificar en un artículo de opinión a Trump como “ogro naranja” y “macho de una manada de gorilas”. Sánchez remató: “No hay color entre su potencial Gobierno de coalición y este”. Y reclamó a Feijóo que deje de retratarse y rompa con Vox, como ha hecho la CDU con los ultras en Alemania tras las recientes elecciones.
El debate de control del Congreso discurrió a continuación por el intento del PP de cercar a la vicepresidenta Montero con una ristra de acusaciones de todo signo para empezar ya la campaña electoral para socavar su candidatura para rivalizar con el popular Juan Manuel Moreno para la Junta de Andalucía, desde por su pasado como consejera de Hacienda, por el caso de los ERE, por 97 subidas de impuestos, por sus mentiras o ahora por la condonación de deuda a Cataluña sin citar los compromisos con las demás autonomías.
Ovación a Aitor EstebanSí ofreció una imagen singular de la Cámara el momento que se le regaló al portavoz del PNV, Aitor Esteban, que lleva 20 años en el Congreso y que dejará su escaño en breve para asumir la presidencia del Euskadi Buru Batzar de su partido. Esteban, que se lleva consigo premios por su oratoria y fama de educado y moderado, más que preguntar a Sánchez le respaldó en sus consideraciones sobre “la distopía geopolítica” y “la plutocracia de Estados Unidos para defender sin pudor” todo lo que muchos europeos llevan combatiendo desde hace un siglo. El diputado vasco alabó el liderazgo apostado por Sánchez entre Emmanuel Macron y Keir Starmer y le demandó más “medidas concretas” en la causa de un “embrión de Defensa europeo sin Estados Unidos”. Y, para culminar su etapa parlamentaria en Madrid, refrescó una exigencia que lleva reclamando años a todos los gobiernos de España: que aprueben una nueva ley de secretos oficiales para desclasificar algunos documentos históricos. Sánchez informó ahí de que España está “bien anclada” como un “país participativo, respetado y admirado” que lidera las aportaciones a la paz y la seguridad en Ucrania, Cisjordania y Bruselas sobre tres ejes: “Europeísmo, multilateralismo y defensa del derecho internacional”.
Los diputados del PSOE, Sumar, ERC y la de Coalición Canaria se levantaron en ese momento y le propinaron una ovación a Esteban en su retirada, mientras se quedaron sentados los de Junts, Vox, EH Bildu, Podemos y los del PP, y algunos de estos aprovecharon para lanzarle algunas mofas. Sánchez le felicitó por su brillante oratoria y le prometió otra vez que la ley de secretos saldrá adelante en esta legislatura. Esteban ya solo se pudo llevar su mano al corazón en señal de agradecimiento.
EL PAÍS